Yo no sé nada de amor. No son las palabras con las que quiero comenzar esta simple expresión. Pero es que yo en verdad no se nada de amor y aún así nos amamos. Un amor tan intenso que quema. Y en cada palabra que sangro para vos, se arma otra frase en un soplo que se va, lejos, con el viento.
Yo no sé nada de amor. Sin embargo hablamos sobre un horizonte violeta, en un atardecer que se niega a morir mientras nos tomamos las manos. Y en esa mano, siento un corazón latir. Latidos que dibujan el compás en una sonata infinita, porque siempre vamos a estar juntos y si me faltás un día voy a morir de la angustia. Prefiero la inexistencia que una existencia sin vos.
Mis dedos juegan con tu pelo y cuando no, se entrelazan mientras nos sostenemos la mirada. Nos contemplamos sin mirarnos. Nos guiñamos los ojos y con los labios hacemos muecas que solo nosotros entendemos en este juego de dos. Bailamos como nunca antes lo hicimos. Bailamos hasta que salga el sol. Bailamos en el suelo y la cama, en la terraza y el balcón. Solamente bailamos a pesar de que yo no sé nada de amor.
Yo no sé nada de amor, pero te escribo cientos de cartas. Quizás miles hasta armar un castillo de papel, donde cada trazo de tinta es un cuadro en la pared. El tintero es mi corazón que nunca se agota y la pluma en un cincel en el que esculpo cada sentimiento. Por lo tanto, siento que debe ser lindo mirarnos desde afuera, siempre felices y alegres. Dos personas que se aman y no saben nada del amor. Imagino esa envidia sana que despertamos entre risas y alegrías. Este sentir es una hoguera donde todo arde. Las Sierras de Córdoba se hacen fuego. Y arden los campos de soja. Todo se quema por nuestra unión.
A vos te gusta tanto nuestra casa. Porque la levantamos con nuestras manos. Tanto te gusta todo y vos me gustás mucho a mi. Te gustan las sillas y la mesa. Las flores y el espejo. No obstante cuando nos miramos en su reflejo, solo me veo a mi. Estoy ahí, solo, escribiendo en el aire todo aquello que nunca ocurrió. Porque solo yo amé entre nosotros dos, y nunca me quisiste porque no sé nada de amor.