Tengo mi taza de café lista sobre la mesa. La cucharita dorada a su lado. Todo apoyado elegantemente sobre un mantel beige de bordes amarillos. La azucarera esmerilada espera con cristales dulces. La mañana está tranquila y entonces, cuando me dispongo a tomar mi frugal desayuno, noto algo en el interior de la porcelana. Algo que me descoloca de lo mundano y las leyes físicas que rigen el mundo. Porque dentro de mi taza de café (en la que se supone que tiene que haber café), veo algo más extraño. Allí, de aspecto líquido, se encuentra un abismo negro e infinito que emana un sutil vapor.
Entonces, con la cuchara vierto un poco de azúcar solo para notar como esta desaparece en esa agua negra que parece café (pero no es café). Probablemente, quede perdida en lo perenne de su oscuridad. Por lo tanto, agarro en segundo lugar una galletita, que no pensaba comer, pero había traído conmigo a la mesa de todos modos; y la suelto dentro de la taza. Lentamente la contemplo desaparecer mientras se hunde, tranquila, con ganas de hundirse y no verme nunca más.
Voy a la cocina y abro la heladera. Agarro cualquier cosa que hay dentro: una mayonesa, una lata de atún y los fideos de la noche anterior. Para luego volver sobre la taza. Lentamente fui metiendo distintas cosas. La mayonesa, algo de atún y un fideo. Todo desapareció bajo la superficie oscura de ese fluido extraño.
Pienso que quizás necesite otras cosas que no son alimentos. Corro hacia el armario y saco una crema para manos, una pastilla de cloro y un poquito de aceite de motor que tenía guardado para alimentar un motor, cuando tenga uno, claro. Y tiro todo dentro de la taza y todo se sumerge en este líquido raro. ¡Qué raro!
Y finalmente deduje que estaba en lo cierto y que eso no es café. Con tanta porquería dentro ¿Cómo podría llamarse café?